Se abre la temporada de premios y parece lejana la primera vez que una mujer latina lograba el reconocimiento de la Academia Sueca, la Mistral; desde ese entonces, hace 76 años, han recibido el premio 16 mujeres de los 117 premiados y Lucila se mantiene como la única latinoamericana galardoneada. Más allá de la importancia que le asignemos a las premiaciones; que en el caso del Nobel y otras distinciones que entregan fundaciones monárquicas o multimillonarios explotadores, más que premiar buscan lavar su imagen y posicionarse como santos patronos de las artes; éstas significan entrar en la corriente canónica, el “mainstream” que te reconoce oficialmente, te destaca y programa tu obra en las escuelas y los actos estatales, logrando esa no tan efímera fama, que aunque no busques, reconforta, porque además de alimentar tu personal hoguera de vanidades, engrosa los escuálidos bolsillos de quien tenga a las letras como principal sustento vital. En el caso de Gabriela, así como de las otras 16 premiadas con el Nobel, hay que ser justas y saber reconocer la importancia y trascendencia de su obra, así como los contactos necesarios para traducirla y llegar a ser realmente conocida en los círculos de la elite que no hablan cristiano y de quienes depende que el premio sea asignado.
Más allá de si estas premiaciones son errores del sistema o una forma de mantener en sus puestos de poder y privilegio a estas anacrónicas instituciones, lo cierto es que de vez en vez vemos en los podios a personas con real dominio y maestría de las letras, el arte y la vida… la Mistral es una de ellas, sus textos son imperecederos, vanguardistas después de un siglo, su imagen ya desnuda y real, despojada de la túnica infantil y melancólica con la que la han disfrazado, igual que a “sor” Juana mucho antes que ella, se presenta con toda la potencia de su apasionada lucidez. Hoy celebramos que los años pasan y el mundo cambia, que existen otras instancias que, a pesar de la institucionalidad inherente que carga cualquier galardón, abren el canon a profundas y desconocidas corrientes literarias que de otra forma quedarían silenciadas. Saludamos a la poeta uruguaya Cristina Peri Rossi, quien hace pocos días resultó ganadora del premio Cervantes, que se siga escribiendo la historia de las mujeres poetas, escritoras, artistas, libertarias que nutren el micelio de la humanidad.
The awards season opens and it seems distant the first time that a latina achieved recognition from the Swedish Academy, la Mistral; since then, 76 years ago, 16 of the 117 winners have received the award are women, and Lucila remains the only latinoamerican to be awarded. Beyond the importance we assign to the prizes; that in the case of the Nobel and other distinctions awarded by monarchical foundations or exploiting billionaires, rather than rewarding they seek to wash their image and position themselves as patron saints of the arts; These recognition mean entering the canonical stream, the mainstream that officially recognizes you, highlights you and programs your work in schools and state events, letting achieve that not so ephemeral fame, which even if you do not seek, it comforts, because in addition to feeding your personal bonfire of vanities, thickens the skinny pockets of those who have letters as their main sustenance. In the case of Gabriela, as well as of the other 16 Nobel laureates, it is necessary to be fair and recognize the importance and significance of her work, as well as the contacts necessary to translate it and become really known in the circles of the elite who do not speak «cristiano»* and on whom it depends that the award is adjudge.
Beyond whether these awards are errors of the system or a way to keep these anachronistic institutions in their positions of power and privilege, the truth is that from time to time we see people on the podiums with real artistry and mastery of letters, art and life … Mistral is one of them, her texts are imperishable, avant-garde after a century, her image already naked and real, stripped of the childish and melancholic tunic with which she has been disguised, just like “sor» Juana, long before her, presents herself with all the power of her passionate lucidity. Today we celebrate that the years pass and the world changes, that there are other instances that, despite the inherent institutionality that carries any award, open the canon to deep and unknown literary currents that would otherwise be silenced. We salute the Uruguayan poet Cristina Peri Rossi, who a few days ago winns the Cervantes Prize, that the history of women poets, writers, artists, libertarians who nourish the mycelium of humanity continue to be written.
*This is how the Spanish colonists referred to Castilian as opposed to the native language of the indigenous people.