Y en un nuevo giro de nuestra querida nave Tierra en su viaje por el universo podemos anotar en nuestras bitácoras un nuevo hito estelar, el solsticio, ese momento de la trayectoria solar que nos acerca y aleja de nuestro astro principal, marcando el día y la noche más larga, en el norte y el sur, respectivamente. Imprecisamente se reconoce esta fecha como el inicio del verano / invierno, cuando en rigor es el punto álgido de la estación, ¿o acaso no lo notamos?, ¿cuán conscientes somos de nuestro viaje por las galaxias a través del universo?
A diferencia del cielo del norte que gira en torno a la estrella polar, el cielo austral es dominado por tres cruces, la del Sur, la Carina y la falsa cruz, sí, tal cual como las tres cruces de la historia cristiana, generalmente, los primeros días de mayo se celebra la fiesta de La cruz, se dice que es una tradición que llegó con la conquista, sin embargo, los pueblos andinos celebraban en esas fechas justamente el alzamiento de las tres cruces estelares sobre el cielo de tal forma que parece que se entierran en las montañas. Este evento celeste es el que antecede la fiesta del solsticio.
Cada pueblo originario denomina de distintas formas a esta fiesta que en nuestro sur marca el Año Nuevo, bajo el imperio del frío y la oscuridad, toda la vida se renueva, los árboles pierden sus hojas que caen para abrigar y alimentar sus raíces, las ramas secas vuelan con el viento, liberando así el lastre del bosque, estos renuevos revitalizan la foresta, cada rama que cae se transforma en una posibilidad de rebrote cuando regrese la fuerza del sol. La tierra toma su merecido descanso, se nutre con el agua de las lluvias y el material orgánico que arrastra. Así se inicia el ciclo anual en Abya Yala, que en lengua Mapuche se nombra como We Tripantu; en Aymara, Machaq Mara; en Quechua, Inti Raymi; en Atacameña, Likan Antai, más allá, en la polinesia, que también es sur, en Rapa-Nui, se llama Aringa Ora o Koro.
En la actualidad, la vida moderna de la ciudad nos impide esa comprensión natural de nuestro mundo, los cauces de agua se han secado para instalar los cimientos de los edificios, la gente no sabe cuál es su curso natural hasta que alguna tormenta los desborda. Qué decir de mirar los designios y rutas estelares, aparte de la contaminación atmosférica que cierra toda visibilidad del cielo, las luces de casas y caminos esconden las luminarias celestes. Esto que parece trivial, cobra otra relevancia cuando comprendemos que toda mitología, todo arte, toda técnica surge de la observación astral y su relación con lo terreno.
Ahora, en esta actualidad que constata que su supervivencia depende de su relación con la tierra, cuando la gente que llega a lugares ignotos, escapando de las ciudades y, al excavar los cimientos de su nueva casa, ven que hay restos de otras ciudades y comprenden nuevamente que damos vueltas por los mismos caminos de antaño, en un eterno retorno al ser, entendiendo que somos nosotros, nosotras, quienes debemos adaptarnos al medio, aceptar que somos parte del ciclo natural, superar nuestra ansia de control y ese egoísmo infantil de sentirnos al tope de la cadena alimentaria.
Ahora que el futuro de las ciudades es tan cuestionable, ¿qué producen además de explotación, contaminación y violencia?, así también, la política, entendida en su sentido original y etimológico como un gobierno de las ciudades, de la polis griega, vive también sus últimos días. Celebramos el fin de los tiempos y el inicio de la nueva era, la gente de Abya Yala sabe que es momento de seguir el movimiento estacionario del sol y detenerse a ver lo que se ha cosechado, lo que se requiere sembrar y cómo se prepara el terreno para ello, para que crezca la milpa, el bosque y la floresta que nos alimenta… ¡Jallallá!
And in a new turn of our beloved ship Earth on its journey through the universe, we can write down in our logs a new stellar milestone, the solstice, that moment of the solar trajectory that brings us closer and further away from our main star, marking the longest day and the longest night, in the north and south, respectively. This date is imprecisely recognized as the beginning of summer / winter, when strictly speaking it is the high point of the season, or do we not notice it? How aware are we of our journey through the galaxies across the universe?
Unlike the northern sky that revolves around the polar star, the southern sky is dominated by three crosses, the South, the Carina and the false cross, yes, just like the three crosses of christian history, generally, the first days of May the festival of the cross is celebrated, it is said that it is a tradition that came with the conquest, however, the Andean peoples celebrated on those dates precisely the raising of the three stellar crosses over the sky in such a way that it seems that they are buried in the mountains. This celestial event is the one that precedes the solstice party.
Each indigenous people gives different names to this festival that in our south marks the New Year, under the rule of cold and darkness, all life is renewed, the trees lose their leaves that fall to shelter and feed their roots, the dry branches fly with the wind, thus releasing the ballast of the forest, these shoots revitalize the forest, each branch that falls becomes a possibility of regrowth when the strength of the sun returns. The earth takes its well-deserved rest, nourished by rainwater and the organic material it drags. This is how the annual cycle begins in Abya Yala, which in the Mapuche language is named as We Tripantu; in Aymara, Machaq Mara; in Quechua, Inti Raymi; in Atacameña, Likan Antai, further on, in Polynesia, which is also south, in Rapa-Nui, it is called Aringa Ora or Koro.
Currently, modern city life prevents us from that natural understanding of our world, the waterways have dried up to lay the foundations of the buildings, people do not know what their natural course is until some storm overwhelms them. What to say about looking at the stellar designs and routes, apart from the atmospheric contamination that closes all visibility of the sky, the lights of houses and roads hide the celestial luminaries. This that seems trivial, takes on another relevance when we understand that all mythology, all art, all technique arises from astral observation and its relationship with the ground.
Now, in this current reality that confirms that its survival depends on its relationship with the land, when people who arrive in unknown places, escaping from cities and, when digging the foundations of their new house, see that there are remains of other cities and They understand again that we go around the same paths of yesteryear, in an eternal return to being, understanding that it is we, who must adapt to the environment, accept that we are part of the natural cycle, overcome our desire for control and that childish selfishness of feel at the top of the food chain.
Now that the future of cities is so questionable, what do they produce besides exploitation, pollution and violence? Likewise, politics, understood in its original and etymological sense as a government of the cities, of the Greek polis, also lives its last days. We celebrate the end of time and the beginning of the new era, the people of Abya Yala know that it is a moment to follow the stationary movement of the sun and stop to see what has been harvested, what needs to be sown and how prepare the land for it, so that the milpa, the woods and the forest that feeds us can grow… Jallallá!