Es imposible soslayar los últimos eventos que se han desarrollado en el norte, que también es el sur, de nuestra Abya Yala. Es insólito cómo, en este último debate sobre el derecho constitucional al aborto en EEUU, uno de los argumentos esgrimidos por la fiscal republicana de Mississippi, Lynn Fitch, fuera tildado de “feminista”; afirma que anular Roe vs. Wade es «cambiar el juego» y «animar» a las mujeres al eliminar lo que describió como una falsa elección entre la familia y la carrera. «Hace cincuenta años si eras una mujer profesional querían que tomaras una decisión (entre seguir siendo profesional o madre). Ahora no tienes que hacerlo», dijo la “provida”. «Tienes la opción en la vida de realmente lograr tus sueños, tus metas y también tener esos hermosos hijos». Pero ¿es esto realmente cierto? ¿se puede trabajar y criar a la vez? ¿No es acaso la crianza un trabajo de tiempo completo? Recordemos que por muchos milenios ha sido la labor de las mujeres, parir, nutrir, cuidar, de esta actividad depende la subsistencia de la humanidad, incluso China ha tenido que retractarse en sus políticas de control de natalidad al constatar los negativos resultados del programa del hijo único, que han dejado en la desprotección a una población que envejece y no puede ser sostenida debido a una fuerza de trabajo disminuida. Paradójicamente, vivimos en la certeza de que los recursos tienen que redistribuirse para que alcancen a cubrir las necesidades básicas de millones que hoy mueren de hambre y que, por lo mismo, no podemos seguir sobre explotando ni la tierra, ni el mar, ni los bosques ni las mujeres, ni la infancia, ni a nadie…
Porque quizá unos de los aspectos más polémicos de la lucha feminista en el contexto de la búsqueda de igualdad de derechos es la incorporación de la mujer al mundo laboral, al mercado, necesidad prioritaria en términos de independencia económica, pero controversial en términos de los procesos biológicos, relativos a la vida en su aspecto más esencial que es el nutrir. Porque quizá la diferencia verdadera e incuestionable entre los sexos sea la capacidad de las personas con útero y glándulas mamarias, de gestar, parir y amamantar, somos mamíferos, nuestra constelación estelar es una vía láctea. Quizá sea su esencia tan animal la que convierte este tema en tal tabú, las clases altas desde los inicios de la historia han negado estas funciones biológicas y las mujeres de rancia aristocracia escondían sus embarazos y contrataban nodrizas para no ser ellas las que amamantan, en tiempos más modernos la industria alimentaria instala la falsa idea de que los alimentos procesados son más sanos que los naturales y junto con un sentimiento de aspiración económica se fomenta la idea de que si tiene un costo, entonces el producto es de mejor calidad. Pero lo cierto es que la leche materna es una fórmula única, como todo en la naturaleza, cada pecho genera un suero que es específico para las necesidades del lactante, las crías humanas no consumen leche de otros mamíferos y sólo la requieren durante su primera infancia, la de los dientes de leche.
En el mundo rural esto se vive de forma natural, las crías crecen pegadas a la teta y a la mamá durante sus primeros años de vida, se enrolla en un chal, se carga a la espalda y nos acompaña a todos los lugares, a la siembra, a la cosecha, a la rogativa y al festejo; se lava, se cocina, se teje y se barre en su compañía y ese estar juntos le enseña todo lo que debe saber para subsistir. En las ciudades es diferente, justamente por el rol productivo que han asumido las mujeres, porque es un contexto en que el trabajo está fuera del hogar, lo que implica externalizar los cuidados del bebé, comprar fórmula, contratar guardería, contratar a alguien que limpie y cocine, lo que además de aumentar el costo de la vida, incide en la salud y el desarrollo del lactante, entonces sí se puede trabajar y criar, siempre que tengas los recursos necesarios para ello, porque las prohibiciones no cuentan para quienes tienen los privilegios, la lucha por los derechos siempre es una lucha de clases.
Es imposible no notar la desidia de decisiones que caen en la más profunda hipocresía de obligar a las mujeres a parir sin proveer ninguna de las condiciones para hacerlo con dignidad, por decisión propia, porque ¿sabían que en EEUU no hay postnatal? Dinamarca es el país que ofrece las mejores condiciones de cuidado para el recién nacido, ahí, ambos padres reciben 52 semanas de licencia por maternidad pagada y las madres pueden ausentarse hasta 4 semanas antes de la fecha de parto. Estados Unidos por su parte, permite la ausencia laboral de la madre por un total de 12 semanas, pre y post, sin goce de sueldo. En un contexto como ese, en el que la gestación y el maternar se ven como elementos del mercado, las posibilidades de amamantar y generar apego son nulas, de hecho, un último estudio de UNICEF declara a EEUU en el último lugar en cuanto al desarrollo de políticas amables con la familia.
Es imposible no cuestionar un sistema que no considera las mínimas necesidades de su ciudadanía, porque con un permiso total de 15 semanas es imposible cubrir las necesidades alimentarias de les bebés, se impide ese proceso natural, gratuito y perfectamente diseñado para fortalecer a la nueva cría para ser reemplazado a poco andar por las fórmulas procesadas. Hoy en día, debido justamente al monopolio privado, viven una de sus mayores crisis alimentarias, Abbott Nutrition, una de las cuatro empresas a cargo de este negocio de US$2100 millones, ha debido cerrar una de sus plantas de producción debido a una grave infección bacteriana, limitando su producción de fórmula materna, lo que sumado a problemas de distribución dados por la pandemia y un aumento de nacimientos este año, le ha impedido cubrir las necesidades alimentarias de la nueva población.
Finalmente, no podemos eludir el hecho de que mientras parte del norte retrocede 50 años en términos de derechos consagrados de las mujeres, la marea verde de “la cuerpa es mía”, un feminismo que agrupa muchas vertientes, gana cada vez más territorio en este sur. Porque también hay oasis, copias feliz del Edén, asilos contra la opresión, donde se escriben textos constitucionales paritarios, no es que nos gusten especialmente las constituciones, preferimos los manifiestos o, en su defecto, los códigos de convivencia, pero creemos que pasar de los “padres fundadores” que buscan controlar a las mujeres a través de la reproducción a un texto escrito en paridad que en su artículo 11, estipula: “El Estado reconoce que los trabajos domésticos y de cuidados son trabajos socialmente necesarios e indispensables para la sostenibilidad de la vida y el desarrollo de la sociedad, que son una actividad económica que contribuye a las cuentas nacionales y que deben ser considerados en la formulación y ejecución de las políticas públicas”; es cosa de otro mundo. Obviamente, estos saltos requieren de impulso y Abya Yala lo viene juntando hace siglos, porque cada logro, cada avance, cada derecho conseguido ha costado sangre y eso no lo podemos olvidar.
It is impossible to ignore the latest events that have taken place in the north, which is also the south, of our Abya Yala. It is unusual how, in this latest debate on the constitutional right to abortion in the US, one of the arguments put forward by the Republican prosecutor from Mississippi, Lynn Fitch, was branded as “feminist”; she claims that overturning Roe vs. Wade is «changing the game» and «uplifting» women by eliminating what she described as a false choice between family and career. «Fifty years ago, if you were a professional woman, they wanted you to make a decision (between continuing to be a professional or a mother). Now you don’t have to,» said the «pro-life». «You have a choice in life to really achieve your dreams, your goals and also have those beautiful children.» But is this really true? Can you work and raise at the same time? Isn’t parenting a full-time job? Let us remember that for many millennia it has been the work of women, to give birth, to nurture, to care for, the subsistence of humanity depends on this activity, even China has had to retract its birth control policies when verifying the negative results of the only child program, who have left an aging population unprotected and unable to support themselves due to a diminished workforce. Paradoxically, we live in the certainty that resources have to be redistributed so that they cover the basic needs of millions who are dying of hunger today and that, for this reason, we cannot continue to overexploit the land, the sea, or the forests nor women, nor childhood, nor anyone…
Perhaps one of the most controversial aspects of the feminist struggle in the context of the search for equal rights is the incorporation of women into the world of work, into the market, a priority need in terms of economic independence, but controversial in terms of the biological processes, related to life in its most essential aspect, which is nurturing. Because the true and unquestionable difference between the sexes is the ability of people with a uterus and mammary glands to gestate, give birth and breastfeed, we are mammals, our star constellation is a milky way. Maybe it is its very animal essence that makes this topic such a taboo, the upper classes since the beginning of history have denied these biological functions and the women of rancid aristocracy hid their pregnancies and hired wet nurses so they would not be the ones who breastfeed, in more modern times, the food industry installs the false idea that processed foods are healthier than natural foods, and together with a feeling of economic aspiration, the idea is fostered that if there is a cost, then the product is of better quality. But the truth is that breast milk is a unique formula, like everything in nature, each breast generates a serum that is specific to the needs of the infant, human offspring do not consume milk from other mammals and only require it during their early childhood, that of milk teeth.
In the rural world this is experienced naturally, the offspring grow attached to the teat and to the mother during their first years of life, they are wrapped in a shawl, carried on the back and accompany us to all places, to planting , to the harvest, to the prayer and to the celebration; she washes, cooks, knits and sweeps in her company and that being together teaches her, him, everything she, he, needs to know to survive. In the cities it is different, precisely because of the productive role that women have assumed, because it is a context in which work is outside the home, which implies outsourcing baby care, buying formula, hiring a nursery, hiring someone to clean and cook, which in addition to increasing the cost of living, affects the health and development of the infant, then yes, you can work and raise, as long as you have the necessary resources for it, because the prohibitions do not count for those who have the privileges, the struggle for rights is always a class struggle.
It is impossible not to notice the laziness of decisions that fall into the deepest hypocrisy of forcing women to give birth without providing any of the conditions to do so with dignity, by their own decision, because did you know that in the US there is no postnatal? Denmark is the country that offers the best care conditions for the newborn, there, both parents receive 52 weeks of paid maternity leave and mothers can be absent up to 4 weeks before the due date. The United States, for its part, allows the mother to be absent from work for a total of 12 weeks, pre and post, without pay. In a context like this, in which pregnancy and mothering are seen as elements of the market, the possibilities of breastfeeding and generating attachment are nil, in fact, a latest UNICEF study declares the US in last place in terms of development of family-friendly policies.
It is impossible not to question a system that does not consider the minimum needs of its citizens, because with a total permit of 15 weeks it is impossible to cover the food needs of babies, this natural, free and perfectly designed process to strengthen the new offspring is prevented. to be replaced little by little by processed formulas. Today, due precisely to the private monopoly, they are experiencing one of their biggest food crises. Abbott Nutrition, one of the four companies in charge of this US$2.1 billion business, has had to close one of its production plants due to a serious infection bacteria, limiting its production of maternal formula, which added to distribution problems due to the pandemic and an increase in births this year, has prevented it from covering the food needs of the new population.
Finally, we cannot avoid the fact that while part of the north goes back 50 years in terms of women’s enshrined rights, the green tide of «the body is mine», a feminism that brings together many aspects, gains more and more territory in this south. Because there are also oases, happy copies of Eden, asylums against oppression, where equal constitutional texts are written, it is not that we particularly like constitutions, we prefer manifestos or, failing that, codes of coexistence, but we believe that going from the «founding fathers» who seek to control women through the reproduction, of a text written in parity that in its article 11, stipulates: «The State recognizes that domestic and care work are socially necessary and indispensable work for sustainability of the life and development of society, which are an economic activity that contributes to national accounts and that must be considered in the formulation and execution of public policies”; It is something from another world. Obviously, these jumps require momentum and Abya Yala has been putting it together for centuries, because each achievement, each advance, each right accomplished has cost blood and we cannot forget that.