Se nos pasa Agosto casi sin un momento para escribir, reflotar nuestros proyectos después de este par de años de pandemia, así como la promoción de nuestras nuevas publicaciones que florecen en este sur primaveral, son actividades que han apretado los tiempos de escritura, no así los de reflexión.
Es imposible abstraerse de la catarsis del mundo mundial, observando, absortos, absortas, el declive de la humanidad, el Mediterraneo con temperaturas del Caribe, toneladas de cosechas perdidas por las lluvias, las inundaciones, el calor, los incendios, gente muriendo de hambre, de frío, de calor, territorios devastados por las guerras, las bandas criminales, el clima, los malos gobiernos. 10 mil años de la historia de la humanidad, más millones de años de sofisticada evolución están a punto de ver su final en el fondo de un tacho de la basura.
Obviamente, cuando observamos la magnitud del cielo que nos rodea, cabe preguntarse ¿a alguien le importa? ¿Acaso no somos menos que un suspiro, apenas un pestañeo en la existencia universal? ¿Acaso tiene relevancia que el imperio británico se encuentre a la deriva, sin liderazgo político después de la escandalosa salida de Boris Yeltsin, perdón, Johnson, por fiestero, matón y por proponer soluciones al tema migratorio que pueden ser definidas como tráfico de personas? ¿Acaso debe preocuparnos que la monarquía inglesa, (sí, aún existe la monarquía) celebre los 70 años de reinado de Isabel II con un “jubileo” que la proyecta como una estrella de rock? Porque hasta proyectaron su rostro en las piedras de Stonehenge, así de sacrílego, es como si Monte Rushmore siguiera en pie… ah, pero ¿en serio? ¿sigue?… Porque, ¿acaso podemos empatizar con el gobierno de Ucrania que le enrostra al papa, (sí, aún hay papado y estado Vaticano) el compadecerse por las víctimas del terrorismo? ¿Cuánto más soportaremos discursos que se fundan en la desigualdad, en el racismo, en el clasismo? Cuando leemos declaraciones como las que han surgido en torno al perdón de los intereses excesivos de la deuda estudiantil en EE. UU. vemos cómo se instalan argumentos abusivos que más que hablar de las fuerzas conservadoras de la tradición, denotan una total falta de humanidad.
Recientemente, en los confines de Abya Yala, donde el sur es siempre sur, hubo una ceremonia política, formal, de la ciudadanía internacional, en la que sufrimos la presencia del disque rey de España, ya no el corrupto Juan Carlos, si no su hijo, criado como príncipe de Asturias, Felipe VI. Realmente parece inconcebible que aún se ostente riqueza y poder solo por un tema de linaje, de cuna, ¿dónde están las guillotinas?, ¿cómo es posible que este personaje se presente con su comitiva costeado por el pueblo español, una “casa real” que se ha enriquecido con nuestro despojo?, ¿cómo es posible que no sea declarado persona non grata en toda América? En definitiva, la ceremonia se atrasó porque el rey llegó tarde, el presidente electo de dicho confín, cuya investidura fue afectada por el retraso real, manifestó su molestia y fue tildado de merluzo por un comentarista español. El mote le ha quedado, lo usan de manera despectiva, pero lo cierto es que la merluza es una de nuestras delicias, frita en una marraqueta con un poco de cebolla equivale a un almuerzo completo. Sin ser fan de este joven presidente, amigo de Trudeau, primer ministro de la monarquía constitucional que es Canadá, que se dice liberal, cabe preguntarse ¿puede ser liberal un vasallo?
Después, en Colombia; nación golpeada por todos los flagelos imperialistas, desde el holocausto del caucho a la destrucción y diáspora que ha instalado la “guerra contra el narco”, que ha estigmatizado a toda una nación y que ha empobrecido a su gente menos a los carteles; en el cambio de mando en el que asume un gobierno en el que el pueblo colombiano ha puesto su fe, su corazón, su esperanza de cambio, de desarrollo, de crecimiento, de bienestar; el nuevo presidente decide sacar la espada de Simón Bolívar y presentarla ante las más de 100.000 personas que estaban allí y el rey, nuevamente como un convidado de piedra, no presenta el debido respeto a la sacra reliquia.
Porque más allá de la deconstrucción necesaria de todos los héroes libertadores, de la comprensión de sus limitaciones históricas, hombres blancos, de familias esclavistas, cuya “mirada revolucionaria” tiene sentido en un contexto muy específico, no podemos obviar, la gallardía, el honor del Libertador y la siembra de una macro idea de América como una madre de la que todos somos hijos, hijas, que si nos unimos y organizamos sí podemos resistir, seguir viviendo. Mientras, el rey, sentado, irrespetuoso, soberbio, observa displicente la ceremonia. porque más allá de cualquier diferencia con Simón, el libertador, hay que saber reconocer su valor, su arrojo, porque él no fue conquistador como estos reyecitos de papel que comandan la guerra desde sus tronos, tomando su copa de vino mientras buscan una pariente lejana para unirse, procrear y seguir forjando poder, sin aportar nada, la monarquía es un gran hoyo negro de vulgaridad y depravación, un lastre que tiene a Europa a la deriva.
Mientras Bolívar, Simón, vivió 47 años de sacrificada vida política y militar, imposibles de equiparar. Los recorridos de su lucha independentista superan los viajes de Marco Polo, Colón y Julio César, lideró la independencia de seis millones de kilómetros cuadrados, que hoy corresponden a las actuales Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela. Luchó en 447 batallas, con solo 6 derrotas. Cabalgó 123.000 kilómetros, o sea, recorrió 10 veces más territorio que Aníbal, tres veces más que Napoleón y el doble de Alejandro Magno. Aunque, su mayor hazaña es haber cruzado a pie, al frente del ejército libertador, sin abrigo ni calzado adecuados, con temperaturas bajo cero y a más de 6 000 metros de altura. el mayor macizo americano, la Cordillera de Los Andes.
Así que, reyecitos, reinitas, se me van a chingar a otra parte…
August passes us almost without a moment to write, reviving our projects after these couple of years of pandemic, as well as the promotion of our new publications that flourish in this spring south, are activities that have tightened writing times, not like so, the reflection ones.
It is impossible to abstract from the catharsis of the global world, observing, absorbed, the decline of humanity, the Mediterranean with Caribbean temperatures, tons of crops lost due to rains, floods, heat, fires, people dying of hunger, of cold, of heat, territories devastated by wars, criminal gangs, the weather, bad governments. 10,000 years of human history, plus millions of years of sophisticated evolution, are about to see their end at the bottom of a garbage can.
Obviously, when we observe the magnitude of the sky that surrounds us, it is worth asking, does anyone care? Are we not less than a sigh, just a blink of an eye in universal existence? Is it relevant that the British empire is adrift, without political leadership after the scandalous departure of Boris Yeltsin, sorry, Johnson, for partying, thuging and for proposing solutions to the immigration issue that can be defined as human trafficking? Should we be worried that the English monarchy, (yes, the monarchy still exists) celebrates the 70 years of the reign of Elizabeth II with a «jubilee» that projects her as a rock star? Because they even projected her face on the stones of Stonehenge, so sacrilegious, it’s as if Mount Rushmore was still standing… ah, but seriously? Continue?… Because, can we empathize with the Ukrainian government that confronts the pope, (yes, there is still a papacy and a Vatican state) for feeling sorry for the victims of terrorism? How much more will we endure speeches that are based on inequality, racism, classism? When we read statements like the ones that have emerged around the forgiveness of excessive interest on student debt in the US, we see how abusive arguments are installed that, more than talking about the conservative forces of tradition, denote a total lack of humanity.
Recently, in the confines of Abya Yala, where the south is always south, there was a formal political ceremony of international citizenship, in which we suffered the presence of the king of Spain, no longer the corrupt Juan Carlos, but his son, raised as Prince of Asturias, Felipe VI. It really seems inconceivable that wealth and power are still held just because of lineage, cradle, where are the guillotines? How is it possible that this character appears with his retinue financed by the Spanish people, a «royal house» who has enriched himself with our loot? How is it possible that he is not declared persona non grata in all of America? In short, the ceremony was delayed because the king arrived late, the president-elect of that border, whose investiture was affected by the royal delay, expressed his annoyance and was branded a hake by a Spanish commentator. The nickname has stuck, they use it in a derogatory way, but the truth is that hake is one of our delicacies, fried in a sandwich with a little onion it is equivalent to a complete lunch. Without being a fan of this young president, friend of Trudeau, prime minister of the constitutional monarchy that is Canada, who calls himself a liberal, one wonders: can a vassal be a liberal?
Later, in Colombia; a nation hit by all the imperialist scourges, from the rubber holocaust to the destruction and diaspora that the “war on drugs” has installed, which has stigmatized an entire nation and has impoverished its people except the cartels; in the change of command in which a new government that the Colombian people has put their faith, their heart, their hope for change, development, growth, and well-being takes office; the new president decides to take out Simón Bolívar’s sword and present it to the more than 100,000 people who were there and the king, again as a stone guest, does not show due respect to the sacred relic.
Because beyond the necessary deconstruction of all the liberating heroes, the understanding of their historical limitations, white men, from pro-slavery families, whose «revolutionary gaze» makes sense in a very specific context, we cannot ignore the gallantry, the honor of the Liberator and the sowing of a macro idea of America as a mother of which we are all sons, daughters, that if we unite and organize ourselves we can resist, continue living. Meanwhile, the king, seated, disrespectful, arrogant, nonchalantly observes the ceremony. As beyond any difference with Simón, the liberator, you have to recognize his courage, his bravery, he was not a conqueror like these little paper kings who command the war from their thrones, drinking their glass of wine while looking for a far relative to unite, procreate and continue forging power, without contributing anything, the monarchy is a great black hole of vulgarity and depravity, a ballast that has Europe adrift.
While Bolívar, Simón, lived 47 years of sacrificed political and military life, impossible to compare. The routes of his independence struggle exceed the trips of Marco Polo, Columbus and Julius Caesar, he led the independence of six million square kilometers, which today correspond to the current Bolivia, Colombia, Ecuador, Panama, Peru and Venezuela. He fought in 447 battles, with only 6 losses. He rode 123,000 kilometers, that is, he traveled 10 times more territory than Hannibal, three times more than Napoleon and twice as much as Alexander the Great. Although, his greatest feat is having crossed on foot, at the head of the liberating army, without adequate clothing or footwear, with temperatures below zero and at an altitude of more than 6,000 meters. the largest American massif, the Cordillera de Los Andes.
So, little kings, warblers, just go screw somewhere else…