El día de muertos se toma el calendario y se extiende a todo noviembre, marcando su paso implacable en nuestras existencias… somos testigos, mudos algunos, impotentes otros, cómplices muchos, de los últimos pasos de la humanidad, por el tablón, directo a su destrucción. Sorprende el afán suicida de la especie sapiens sapiens, siendo este un planeta tan único, una tierra tan generosa, tan hermosa, maravillosa, milagrosa, que, aunque a la gente le cueste creerlo, todo lo regala, el refugio, la alimentación, la diversión; somos viajantes estelares en una nave perfecta, que nos lleva rauda a través del universo, avanzando junto a nuestra galaxia, la vía láctea que define nuestro mamiferismo. Entonces, ¿por qué arriesgar nuestro bienestar, la pérdida de nuestro hogar, de nuestro edén, sólo por ganar unos dólares más? Porque es claro que detrás de toda destrucción, bélica y extractivista está la ambición, esa desmesura de pocos humanos que están extinguiendo la humanidad.
Es difícil abstraerse del olor de la sangre derramada en una lucha fratricida sin más sentido y objetivo que el de robar y apropiarse de los territorios y riquezas del vecino. En Chile, el criminal más repudiado, después del pederasta, es el “doméstico”, los ladrones que roban en su vecindario, que asaltan a la viejita de la esquina, al indefenso que se confía de la cercanía… “en la confianza está el peligro” dice un viejo dicho y, ciertamente, no hay crimen mayor que el fratricidio, Caín es estigmatizado por la divinidad para toda la eternidad por el crimen de su hermano, motivado por algo tan banal como los celos, el claro síntoma de un frágil ego que suele reforzarse en el abuso, agresión y humillación del otro, inocente y desarmado siempre… es difícil vivir así, jugando a la gallinita ciega, rogando por indiferencia, olvido o por último, estupidez para no enfrentar esta cruda realidad de inhumanidad galopante que es una sombra permanente en nuestra existencia.
Y, sin embargo, a pesar del dolor que oprime nuestros corazones, sabemos que no nos rendiremos, a pesar de la impotencia, no seremos cómplices, no olvidaremos, no callaremos… desde el sur global, desde el imaginario del sur decimos ¡No + colonialismo!… ¡Tierra y libertad!
The day of the dead takes over the calendar and extends to November, marking its relentless passage in our existence… we are witnesses, some mute, others helpless, many accomplices, of the last steps of humanity, along the plank, directly to its destruction. The suicidal desire of the sapiens sapiens species is surprising, being this such a unique planet, such a generous land, so beautiful, wonderful, miraculous, that, although it is hard for people to believe, it gives everything away, shelter, food, fun; we are stellar travelers in a perfect ship, which takes us quickly through the universe, advancing alongside our galaxy, the Milky Way that defines our mammalism. So why risk our well-being, the loss of our home, our Eden, just to earn a few more dollars? Because it is clear that behind all destruction, warlike and extractive, is ambition, that excess of a few humans that are extinguishing humanity.
It is difficult to ignore the smell of blood spilled in a fratricidal fight with no more meaning and objective than to steal and appropriate the territories and wealth of one’s neighbor. In Chile, the most repudiated criminal, after the pedophile, is the «domestic», the thieves who steal in their neighborhood, who assault the old lady on the corner, the defenseless who trusts in the proximity… «in trust is danger» says an old saying and, certainly, there is no crime greater than fratricide, Cain is stigmatized by divinity for all eternity for his brother’s murder, motivated by something as banal as jealousy, the clear symptom of a fragile ego that is usually reinforced in the abuse, aggression and humiliation of the other, always innocent and unarmed… it is difficult to live like this, playing blind man’s chicken, begging for indifference, oblivion or finally, stupidity to not face this crude reality of galloping inhumanity that It is a permanent shadow in our existence.
And yet, despite the pain that oppresses our hearts, we know that we will not give up, despite the helplessness, we will not be complicit, we will not forget, we will not remain silent… from the global south, from the imaginary of the south we say No + colonialism!… Land and freedom!